viernes, 19 de noviembre de 2010

¡Qué viva la Pepa!




Marcelo nos enseña cuidadosamente su única lágrima para darnos pena. Pero ¡Qué mala es Laura!


Ya tenemos los refuerzos de esta edición. Un chavalín y una veterana dispuestos a luchar por el maletín de este año y que han hecho que todo vuelva a cambiar en Gran hermano. Todo en una noche de nuevo estupenda dónde los dos focos de atención volvieron a ser los mismos que en la gala pasada: Patricia por un lado y Marcelo y Laura por el otro.

De Patricia, qué más se puede decir. La misión del olivo de la semana pasada ha hecho que la muchacha se gane un puñao de enemigos y otro tanto de admiradores. Ayer vimos un resumen de lo que dio de si la semana para la chica, sus ideas para evitar que sus compañeros durmieran, el secuestro express de sus compañeros, los gritos de Terry desesperada y el increíble coraje y tozudez de Patricia para llevar a cabo la misión encomendada. Nunca jamás vimos a un concursante que se tomase tan a pecho una misión propuesta por la dirección del programa, tan vehemente sin importarle las consecuencias que pudiera sufrir por hacer de rabiar tanto a sus compañeros. Y es que, como dije ayer, Patricia es de los pocos concursantes que vive la experiencia exprimiendo su jugo al máximo. Eso se nota y traspasa la pantalla, y ayer ella volvió a conseguir que este espectador con la tele encima riera a carcajadas, de esas irrefrenables ante tanto disparate. Sí, he de confesarlo: ayer Patricia me ganó un poco más. Sólo una queja, y es que además de graciosa me parece algo “egoísta” y me explico. Ayer entraron en la casa los dos refuerzos, Arturo y Pepa. Era una noche dónde parte del protagonismo debía recaer en ellos y en la misión que tenían. Sin embargo, ella no supo ponerse en su sitio, eclipsando parte del protagonismo de Arturo entrando en la casa, que ni siquiera fue capaz de saludarle.

Del otro hilo conductor de la gala, el de Marcelo y Laura, se puede decir mucho. Si bien, seguramente diríamos cosas que ya hemos repetido en otras ocasiones. Los muchachos parecen gustarse, pero el hecho de que sus cuerpos estén vetados a tocarse y a dejarse llevar ha provocado que los sentimientos de amor dieran paso a los del odio. Estoy de acuerdo que Laura es la principal culpable de la situación. Es ella la que tiene una relación fuera, es ella quién en determinados momentos se ha visto obligada a poner el freno, y eso es lo que la cabrea. La mayoría de las discusiones son provocadas por la de Parla y ella es consciente de eso. Tal vez es una manera de intentar decir a su novio que todavía está ahí o lo mismo busca por todos los medios perder el cariño que tiene al malagueño. No obstante, a mí quién más me llama la atención es Marcelo.

Marcelo es un chico guapo y muy joven, narcisista, egocéntrico y extremadamente vanidoso. Esta semana ha escupido por su boca verdaderas chorradas que han contribuído a que yo le coja manía, cada vez más. Cómo por ejemplo cuando Laura confiesa que lo que más le llamó la atención es cómo la trata, "super bien" -que diría ella. Sin embargo, el imbécil éste, porque otro adjetivo no tengo para él, se molestó tanto llegando a decir que él prefiere destacar por ser guapo y no por cómo trata a los demás. Llegó a decir incluso que eso para él es secundario ¿Eing? Acaso no debería sentirse piropeado ante tal comentario. Y eso es algo que contrasta mucho, porque luego dice que da prioridad a la mente, que no puede estar con alguien inculto… Yo más bien diría que no puede estar con alguien que no sea guap@, o que no deje de alabar lo increíblemente bello que es. Luego tenemos la bronca porque Laura le llamó feo en modo de broma. El chico casi pierde los papeles con un comentario absurdo y que a mis ojos era inofensivo. Además, si tan convencido está de lo tremendo que es, ¿Por qué ese mosqueo?

Además de su vanidad, Marcelo ha demostrado su parte más oscura. Ya dije en las primeras semanas de concurso que creía que Marcelo era de los pocos que sabían leer en este concurso. Lo dije al verle en la casa en directo hablando con Julio. Entonces le ponía los pies en el suelo avisando que esto no va de salvar, sino de echar, explicándole los matices a tan pequeña diferencia. Entonces Julio comprendió la sobrada que se había pegado al acusar a Lydia de Don nadie y cambió. Hoy lo sigo manteniendo. Marcelo sabe leer en el juego y sabe que su situación es complicada, que se ha metido en un callejón sin salida con Laura. Por eso nos ha vendido unas mal disimuladas lágrimas artificiales en el confesionario, explicando lo impotente que se siente ante el acoso y derribo de Laura, acoso que fue propiciado por él mismo cuando, a sabiendas de la situación que ella tiene fuera, provocaba a la parleña para calentar el jacuzzi. No me creí sus lágrimas. Es un producto que vende a la audiencia para decirnos que él es el bueno y ella la mala malísima, que además es infiel. Una perra que debemos sacar del concurso. Pero si ella es una perra, él fue el zorro que la metió en esa situación.

Tras estos argumentos, vimos como Eduardo salía finalmente expulsado a favor de un mueble del Ikea que seguramente no sacará partido al juego. Catha sigue respirando en Guadalix, si bien, que sepamos que existe, se lo debemos a Yago, no a ella. Todavía lamento, a favor de un concurso entretenido, la expulsión de Edu. Ahora, también sentí que su entrevista fuera tan corta,. Exigencias del guión, imagino, pues los sucesos en las casas durante las galas no dieron tregua. Y eso es por culpa de Arturo y Pepa. Bueno, más de Pepa que de Arturo, las cosas como son.

Aún a día de hoy no comprendo como alguien puede quedarse reserva de Gran hermano y no seguir el concurso. Aunque sea mínimamente. Si al final tienes la oportunidad de entrar sabes que como reserva que eres tiene algo en contra para ganar. La audiencia suele valorar positivamente a los concursantes que vivieron encerrados más tiempo, por lo que cualquier arma para ganar adeptos cobra especial relevancia en el caso de los reservas. La información que uno puede recoger desde su casa antes de entrar puede ser vital para el paso por la casa. Primero para saber quién es el rival fuerte y el débil y segundo para poder obrar en consecuencia.

Arturo y Pepa tuvieron, más que una misión, un privilegio. Conocieron ambas casas y a todos los concursantes, si bien esta última parte la podían traer hecha desde casa, para después elegir con quién querían vivir. Y lo podían hacer cómo ellos deseasen con la única condición de dejar dos grupos igualados. Arturo apenas pudo opinar con criterio. Su decisión de no seguir el programa hizo que no tuviera la información necesaria para empezar a jugar. Pero por suerte no fue el caso de Pepa. ¡Ay, Pepa, como las lías pardas!

La nueva veterana de la edición optó por juntar a Chari con Rubén, alegando que los pobres ya habían estado mucho tiempo separados. Pero tras esa decisión sólo puedo ver los intereses de que salgan las miserias de cada uno. Rubén es un favorito a batir y curiosamente puede ser Chari quien erosione la imagen del muchacho. La audiencia ya lo siente santificado por lo que Chari le hizo al inicio, por lo que para bien poco podría mejorar. Sin embargo las discusiones pueden hacer mella y hacer que Rubén se queme. Pero no contenta con eso también quiso convivir con Yago y la yago manía. De nuevo prefiere rodearse de otro favorito, separarlo además de Joaquín (Su lacayo nominatorio) y tenerle cerca. Y lo eligió avisando a su compañero de lo “largo” que es. También se llevó a Patricia, otro de los puntales de la edición. Es decir, que quiso a los fuertes con ella y se los llevó a la casa bonita.

A la casa uno llevó a Marcelo con su “amada” Laura para no quitarnos ese guión, a Catha y Lydia para que bailen juntas, a Joaquín más solo que la una (pues con ella se llevó también a Marta -seguramente para poder expulsarla si no puede con los ‘favos’-), dejó a Jhota y se llevó a Terry, ya que éstos por separado de poco sirven, y terminó rellenando la casa blanca con Anup y Dámaso. Vamos, que todo volvió a cambiar y todo gracias a Pepa.

No obstante, mientras ella “elegía” con Arturo cómo distribuían las dos casas, los demás nominaban dejando en la picota a Laura, Lydia (Por tercera vez), Marta (también por tercera ocasión) y Joaquín (Su segunda). Y bueno, los paladines de la moral ya han vuelto a alzar sus teléfonos para echar a Laura, aunque con un margen pequeño de Joaquín. Pero yo, aunque a mí nadie me haga caso, no echaría a Laura. No le daría ese gustazo al mierda vanidoso de Marcelo, sino que la dejaría dentro para tocarle más las pelotas. Joaquín ya cumplió un ciclo, pero aunque me pese, sé que Lydia es la que menos da ahora mismo. No obstante, tengo debilidad por ella, así que, esperaré por la expulsión de Joaquín… ¿O tal vez Marta? Eso ya sería soñar.

Por cierto, cuando vi a Marcelo haciendo que lloraba para dar pena cómo grito de batalla de las carpeteras para que saquen a Laura del concurso, pensé que seguramente, para poder provocar la única lágrima que con mucha prudencia recoge con el dedo para que, disimuladamente, se vea ante la cámara, se concentraría pensando en un accidente que deformase su bello rostro. Sólo por algo así este tipo llora. Éste es como Noriega en “Abre lo ojos” ¿A que sí?

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