martes, 22 de febrero de 2011

Siempre OT



Al final pasó lo que muchos auguramos tras ver los discretos datos de audiencia de la última Operación triunfo. El reality de cantantes tuvo una final precipitada, con doce finalistas, y en apenas un mes después del inicio de su emisión. Una final inesperada para algunos. Los que estamos fuera, veíamos este final cada vez más cerca, veíamos como entre unos y otros, el formato estaba siendo sometido a un suicidio, a una muerte sin remedio. El domingo, OT se fue y con él se marchó el único programa de la televisión generalista que apostaba por la música. Y música en directo, que no es poco.

Para este espectador, la despedida de OT ha sido una despedida triste que seguramente lamentaré durante mucho tiempo. No comprendo muy bien qué sucede aquí, en España, con este tipo de programas. Fuera de nuestras fronteras, los realitys musicales no sólo funcionan a la perfección, sino que edición tras edición reafirman su fortaleza incrementando la audiencia. Es curioso ver cómo en Reino Unido la edición menos vista de Factor X fuera la primera, y que ocho años después los espectadores que siguen el programa se han multiplicado. Lo mismo sucede en un montón de paises, dónde bien "Américan‘s Idol" o su versión de OT son programas estrella que reúne frente al televisor a millones de personas. Aquí, en España, eso es una utopía. Vimos la primera edición y la aupamos a lo más alto como un fenómeno social. Luego la moda pasó y OT se desinfló. Pero ¿de quién es la culpa? Es injusto que los seguidores del programa nos pongamos en grito de guerra contra unos y no contra todos los que participaban en la cadena de OT. Existen muchos factores que han intervenido y lo más humilde sería que cada pieza reconociera sus errores.

Empezando por Telecinco, y lo que se le podría achacar, está la mala gestión en el día de emisión. Comprendí en su momento por qué optaron por el domingo. Ese día de la semana es usado por muchos otros realitys musicales fuera de España con gran acogida por parte de la audiencia. Probar en dicho día no era absurdo en un principio, ya que el jueves seguía Gran hermano en emisión (error por otro lado. Mejor hubiera sido dosificar los realitys en antena). Ahora, lo absurdo fue mantenerlo al ver su debilidad en domingo. OT no pudo ni con la película de la semana de TVE ni con los Protegidos de Antena 3, por lo que deberían haber cambiado el día de emisión al miércoles –jamás al lunes-, ya que es la noche con una competencia más sencilla. Estoy de acuerdo que los miles de euros que cuesta hacer una gala de OT no es para enfrentarla contra la morralla de la tele, pero en vista de la debilidad, tenían que haber protegido el formato. Ya habría tiempo, en futuras ediciones, para ver qué falló para mejorarlo.

Otro de los fallos de Telecinco fue la elección de presentadora. Es injusto que el mundo diga que la culpa de todo es de Pilar Rubio, pero tampoco podemos decir que ella no tuviera parte de culpa. Como dije en un primer análisis de este OT2011, el concurso necesita de un presentador con gran bagaje, y éste no era el caso de Pilar. Se mostraba dubitativa y sus presentaciones no eran muy creíbles, debido a la complejidad que debe suponer presentar un programa como éste. Hasta aquí las culpas que yo veo a Telecinco, los siguientes que erraron, aunque no dijeran nada durante la gala final, fue la productora.

Gestmusic presentó OT de una manera bastante desorganizada, con normas que variaban, expulsados dobles en la gala 1 (Cuando aún no se sabía cómo funcionaría la audiencia. La gala 0 no tuvo un mal share), videos de los concursantes irrelevantes, desorganización total con el orden de la gala… Todo eso contribuía a aumentar la sensación de caótico, y si fuera la primera edición se podría “entender”, pero en la octava, jamás. La elección de los temas, que para mí estaban bien, también aportó su grano de arena. A mí me encanta la música inglesa, y seguro que la Sra. Galera también (Que se quejó por no poder traer artistas internacionales, cuando en realidad la mayoría de la gente prefiere a Pablo Alborán que a Kylie Minogue). Sin embargo la mayoría de la audiencia desea canciones en español, temas que cuyo mensaje entienden y comprenden.

¿Qué otros fallos contribuyeron al desgaste de OT? Algunos dicen que los concursantes. Y sería injusto no achacar una mínima responsabilidad a éstos. A mí personalmente me parecía una de las mejores generaciones de OT, pero perdieron credibilidad con esos nombres sacados de un libro de pokemons (Aunque en realidad esto se debería achacar a Gestmusic que fue el impulsor de esta “novedad”). Otros dicen que OT murió el día que Virginia Maestro ganó como Gran hermana en lugar de cómo triunfita.  Con esto estoy de acuerdo en parte. Hubo mucha gente que apoyó a Virgina porque fue víctima de mobbing por parte de los alumnos, de los profesores y del jurado (salvo su protector), pero otros la apoyaron, mejor dicho –apoyamos-, porque vimos más allá de su voz temblorosa en cada actuación, porque vimos su cultura musical, porque la vimos cantando con su guitarra en una esquina mientras los demás jugaban a las prendas. Virginia ganó OT porque ella sí amaba la música. Y prueba de que esa Operación sí triunfó está que Virginia, ahora Virginia Labuat, ha sido número uno en itunes con el single adelanto de lo que será su nuevo disco (en tiendas a partir de finales de marzo). Es decir, que la gente que la alzó a lo más alto, sigue con ella después de la moda Risto. Sin embargo, su edición fue una estocada al formato del cual no se recuperó en el 2009. Por un lado, los detractores de Virginia dejaron de creer en OT,  mientras que sus seguidores nos desencantamos del formato al ver hasta dónde eran capaces para manipular el concurso y conseguir que lo llevasen por el camino que deseaban. Gestmusic debía haber sido más respetuoso con una concursante que ellos mismo invitaron a participar.

Por último, las últimas culpas son para todos los demás, para la audiencia. Al fin y al cabo, ha sido ésta quien ha dado la puntilla para rematarlo. Pero ¿Qué le pasó a la audiencia? Yo lo tengo muy claro. En este país no es que no haya talento, sino que jode ver el talento en los demás. Así de simple. Y en una época de crisis, no una crisis económica, sino en una peor: de valores, de creatividad y de confianza, a la gente le jode ver que otros tienen una posibilidad de hacer algo grande. Los ven sobre un escenario cantando como ellos mismos serían incapaces y prefieren no verlos, prefieren no ser partícipes de algo bueno porque no son ellos los protagonistas. En España ya lo comentaba con una amiga este domingo, no se lucha por algo. Se lucha en contra de algo. Por eso, como dice Miguel Frigenti, con la muerte de OT, España es un poco más choni y huele a ajo.

En el recuerdo de todos sus seguidores quedarán las ocho ediciones, incluso ésta. Su prematuro final ha hecho que la última gala haya sido inolvidable. El formato ya es una leyenda, como un artista muy reconocido que fallece antes de lo esperado. Este espectador se emocionó al escuchar de nuevo ‘Mi música es tu voz’ con ese letrero en grande que gritaba ¡Viva OT! Simplemente, fue espectacular.

Ahora la pregunta queda en el aire ¿Volverá OT? No sabemos si Telecinco continuará apostando por el formato con los consiguientes cambios que se deben hacer o si quedará libre. Lo mejor para OT es que la cadena lo libere. La imagen corporativa de Telecinco también contribuyó a los malos datos de audiencia, pues esta cadena es experta en conseguir un 40% de share durante el polígrafo de la Esteban (Si es que España es muy choni), pero cualquier otro contenido no se le da muy bien. Por un lado, OT podría ir bien en la parrilla de La Sexta. Ya en una entrevista al consejero delegado de la cadena de Emilio Aragón, Contreras dijo que le gustaría ver el concurso en su cadena. Pero OT es muy caro para una cadena tan joven. Por otro lado, estaría Antena 3, pero a Antena 3 se le da mucho peor los concursos de gran envergadura que a Telecinco. La última opción sería que regresase a TVE, que seguro podría recuperar algo de la esencia. El problema está que sus presupuestos cada vez están más ajustados, y con Águila Roja y la Champions se quedaría muy justa para comprar OT. Por tanto es posible que la final del domingo sea el broche para este concurso que pasó ya a la historia. Es una verdadera lástima porque, como apuntaba al principio, era el único concurso que apostaba por la música en directo en una televisión generalista.

OT ya es leyenda para muchos de nosotros. En nuestro recuerdo siempre vivirá este grande de la tele. Siempre OT.  

viernes, 11 de febrero de 2011

Paridad en unas nominaciones de infarto


 
Foto extraída en http://www.telecinco.es/

Nueva gala, nuevo expulsado, nuevos nominados, de los cuales esto último fue lo único de interés. Una gala algo previsible, soporífera en gran medida por su expulsado, un Rubén que volvía a repetir las caras de pelele que ya nadie se cree. Me da tanta pereza hablar de él, de la exnovia, la suegra y toda la parafernalia digna de un episodio de alguna serie de José Luis Moreno que sinceramente iré a lo único de interés: las nominaciones “sorpresa” que luego resultaron ser cómo siempre. En fórmulatv leí que Gran hermano propondría una nueva mecánica para desbaratar los planes nominatorios, pero al final fueron como siempre. Con los tradicionales 3, 2 y 1 punto y motivos, esos motivos que se podrían ahorrar, ya que pocos realmente dicen algo de interés. “Nomino a tal por menos afinidad” “Nomino a pascual porque no quiero tocar a los demás” las misma jerga edición tras edición, y llevamos doce aguantando con estoicismo los “motivos” de los concursantes a escasas semanas de la final. Y es extraño. A tres semanas de tener el nombre de la ganadora, todos deberían tener más motivos que nunca para cargar tintas contra los demás. Lástima de hipocresía y de quedabienes. Nadie se atreve a soltar los dardos envenenados que van recolectando a lo largo de toda la semana para soltarlo el jueves. Al final dicen “Le nomino porque es muy majo y me cae muy bien… pero es que no tengo más gente” ¡Mentira podrida!

Me parece muy significativo que los cuatro que se jueguen la expulsión sean Marcelo, Lydia, Dámaso y Laura. Los dos grupos de la casa al final se dividieron en tres, en tres de dos cada uno y ayer el único que triunfó fue la Unión Gallega. Un triunfo que podría ser doble, en el caso que Yago consiga esconder la cápsula del tiempo en algún lugar recóndito. Eso le convertiría en el primer finalista (Yo le propondría que lo esconda en el cuarto de limpieza. Ahí no pasa ni Dios).

Posiblemente, diga lo que se diga hoy en blogs, foros o programas de la tele ya poco se pueda influir en el público. Ya cada uno está convencido de lo suyo. Nos costó, pero al final los concursantes de Gran hermano lograron atravesar la pantalla y tocar a la audiencia. Los espectadores ya no estamos actuando como ese ente que imparte justicia divina ante los actos negativos que los concursantes puedan tener. Ya perdonamos todo a nuestro favorito y no pasamos ni una al resto y buscando en sus movimientos oscuras intenciones para perjudicar a ése que queremos que gane. Pero, pese a saber que ya casi todo está dicho, me gustaría recapitular un poco en esos cuatro que se juegan los más de cien días.

Empezaré por Dámaso. Es el más joven de la edición, y posiblemente el que mayores muestras de civismo ha demostrado, junto con Lydia. Entró diciendo que era una cosa que nadie creyó y poco a poco se fue despojando de sus prejuicios para mostrarse tal cual era. Vimos su trasformación de una manera lenta y rápida al mismo tiempo. Muchas veces dudando si lo que estaba haciendo era ‘venderlo’ a la audiencia, pues Dámaso sólo destacó por esto. Lo malo del muchacho es que jamás logró una conexión real con la audiencia. Su permanencia en la casa ha sido provocada porque los demás brillaron más que él, para bien y para mal, quedando siempre relegado en un segundo plano, a veces diría hasta tercero. Jamás se atrevió a reclamar su parcela de protagonismo, y eso posiblemente sea lo que termine pasándole factura. En cualquier caso, Dámaso siempre destacará por ser el más joven y el más educado con una gran diferencia del resto.

Laura es una de esas concursantes que tanto puede gustar y odiar fuera. Para mí, lo más significativo de ella es que ha sido una concursante suicida. Jamás midió lo que decía, no se detuvo a pensar en las consecuencias de sus actos y permitió que sus impulsos primaran por encima a cualquier pensamiento lógico. Dejó a su novio, ignoró la subida de tensión de su madre, maldijo a su familia cuando le hicieron el vacío en la gala de los familiares, se lió con Marcelo y fue variando las alianzas con el único propósito de permanecer con su totito. Esto provoca la ternura en gran parte de la audiencia, y sobre todo un tipo de envidia sana. Muchos de nosotros jamás hubiéramos podido actuar del mismo modo, tan inconsciente por un lado pero tan fiel a sí misma por el otro. El problema de Laura está justo también en lo mismo que podemos decir que es bueno. Es tan impulsiva que rara vez se detiene a pensar los daños colaterales. Ella arrolla por dónde va y después pregunta. Si lo que oye no le gusta, te manda a la mierda y se queda tan pancha, siendo incapaz de aprender de sus errores, de reconocer sus fallos. Ella es así y así hay que quererla. Todo lo que hace debe ser justificado por sus modos bruscos y porque a ella se la ve venir de lejos.

No tanto así sucede con Marcelo. A él no se le ve de lejos, ni mucho menos. A mí me llamó la atención desde el inicio del concurso tras una conversación que tuvo con Feroz. En aquella charla, Marcelo avisaba a Feroz de lo poco que gustan las vaciladas a la audiencia después de su repetida frase “Lydia no es nadie. ¿Quién le va a salvar?” (Primeras nominaciones). Marcelo entonces le avisó que podría ser castigado, y si no lo fue, fue gracias a Óscar. Durante gran parte del concurso, Marcelo permaneció en un segundo plano consciente que las primeras semanas hay que dejar que se quemen los más ineptos. Gran hermano es bastante largo para quemar las naves tan pronto. Pero a medida que se fueron marchando los conflictivos, Marcelo fue ganando terreno junto con Laura y pronto adivinó que él y ella eran uno de los argumentos fijos de cada gala. Tenía poder, y como tal había llegado el momento de obrar en consecuencia. Se separó de la mayoría y prosiguió el camino con la tranquilidad que da saber que era un nudo en GH, un nudo importante. Lo malo es que su careta se fue cayendo a medida que él se iba quemando en Gran hermano. Sus faltas de respeto hacia todos tal vez escondían más frustración de lo que muchos se imaginaban, y es que poco a poco también advirtió que la prota de la historia era su novia, y no él. Marcelo sólo era el secundario en aquella historia. Sin embargo ya era demasiado tarde para variar y tuvo que tirar adelante como pudo. Es decir, siendo aún mucho más irrespetuoso. Si la audiencia sólo valorase el comportamiento de los concursantes, éste hubiera salido hace tiempo.

Por último tenemos a Lydia, que como ya he dicho, ha sido junto con Dámaso la única que ha demostrado dotes de civismo, de educación y ante todo de saber convivir. Lo malo de Lydia está en lo mismo que el de su querido Dama. Ella no ha reclamado la atención, supongo que algo muy difícil en una casa con pesos tan pesados y ordinarios. Para muchos, Lydia sólo se ha dedicado a pasear sus trikinis, a bailar mirándose al espejo y a tocarse el pelo. Pero lo cierto es que, a medida que la casa se vaciaba, hubo menos sitios dónde esconderse. Lydia no ha podido evitarlo. Pese a la tremenda educación que tiene, se ha visto forzada a entrar en ciertas dinámicas de grupo, impuestas por la pareja conflictiva, los que son protagonistas y por tanto inmunes a cualquier opinión de la audiencia. Le han robado con descaro, ha sido foco de insultos gratuitos y de la mofa constante de Marcelo. Jamás entendí tanto odio por alguien como Lydia, que emana buen rollo y positivismo a raudales, pero en el lado bueno de este acoso y derribo es que vimos un ejemplo soberbio de cómo uno puede reivindicar su momento sin caer en lo soez, lo vulgar, lo cutre y poligonero. Toda una diva y un rayo de esperanza entre el panorama tan mezquino.

Dicho esto, ¿quién se debe ir? Para la Horda de orcos, la expulsada es Lydia (Que han visto en ella la luz que tal vez eclipse a la totita), para los antitotitos es Marcelo, por tanto obviamos a Laura y Dámaso. Estratégicamente, ya que me gustaría que el triunfo de Gran hermano no se lo llevase una Belén Esteban (Aunque en Casa Vasile es lo más lógico), tal vez habría que sacar a Dámaso y dejar que la pareja llegase a la final (Siempre y cuando sea de tres, que no sé por qué creo que será a cuatro como en GH9). Si los dos se cuelan a la final, todos los antitotitos no tendrán dudas a quién han de votar, porque sólo habrá una opción posible. No habrá división de votos que valga. Sería una final muy parecida a la de GH3, con Kiko y Patricia como tercer y segunda finalista, y dejando que un inesperado Javito se llevase el triunfo, o como en GH7, donde Raquel y Javi dejaban a Pepe el puesto de ganador (Aunque con GH7 fue algo distinto. Pepe fue mucho Pepe). Sin embargo reconozco que la presencia de Marcelo es bastante molesta. No podemos dejar que alguien así, tan irrespetuoso, tan misógino y tan mal educado se meta en la final. ¿Qué estamos diciendo al mundo aprobando esta conducta? No, lo de Marcelo debería ser para destronar a Nagore como la princesa del mal. Marcelo hace buenos a los más malos de este programa, y pensar que tiene cierta inmunidad por su novia, nos enferma a muchos. Hace que nazca en todos nosotros un sentimiento casi primitivo que nos aleja de la cordura, de la mente fría para trazar una estrategia que impida el mal mayor, que será la victoria de Laura. No, queremos sangre. La de Marcelo. GH Marcelo al 27211

lunes, 7 de febrero de 2011

El ying y el yang


Geno sufre al revivir su posible expulsión.



La semana pasada, con toda la tensión en unas nominaciones de infarto en GH, obvié comentar la gala dos de Operación triunfo. Ayer vimos la gala tres, y la verdad es que en comparación entre una y otra, podríamos decir que fueron el ying y el yang. Una buena con algo malo (gala 2) y una mala con algo bueno (gala 3).

Sin entrar ya a valorar los paupérrimos índices de audiencia, que siguen a la baja sin que Telecinco ponga cartas sobre el asunto, debo decir que la gala dos me sorprendió gratamente. Fue una gala de calidad, con grandes actuaciones como la de Nirah, la de Alex, la de Ramil… Las puestas en escena ganaron a la anterior, y es que la profesionalidad de alguien tan curtido en espectáculos como Marco Da Silva se nota sobradamente. Lo malo fue Ángel Llacer, que apareció para jodernos un poquito como si fuera un nuevo jurado polémico. Y lo cierto es que chocó verlo, sobre todo tras jurar que no regresaría a OT. Por suerte, y fue lo bueno de la gala 3, su presencia no fue continuada en el programa, por lo que entendemos que se trató simplemente de una invitación que aceptó, y que esperemos que no se repita en lo que queda de concurso.

Lo malo de la gala 3 de OT fue que la calidad musical bajó estrepitosamente, casi sin justificación. Si esto va de ver la evolución de los aspirantes a cantantes, ayer vimos justo lo contrario. Fueron pocos los que realmente hicieron una actuación buena, y ninguna fue brillante, y parte por unos consejos inexplicables del claustro de profesores. ¿Qué Nacho y Nahuel se hicieran los borrachos? ¿Qué Geno y Nirah fueran unas yonkarras? ¿Qué Alex se convirtiera en un bufón?... ¿Qué clase de broma era ésta? Si hubiéramos estado en Navidades, hubiera jurado que se trataba de alguna broma para el día de los inocentes, pero no lo era. Y lo peor estaba en que los profesores estaban convencidos de las actuaciones tan geniales que iban hacer sus pupilos. ¿Sería un intento de subir audiencia? Someterlos al ridículo más espantoso, buscando un enfrentamiento con el jurado, ver hasta qué punto tienen una obediencia ciega en ellos.

Con Alex se mascaba la tragedia en el pase de micros. Vale que ‘Crying’ no es un tema actual, pero es indudable que es un temazo de la música como puede serlo ‘Unchained Melody’. Alex iba a someterlo a la mayor bufonada de la historia de OT con una interpretación digna de un especial de Mota para Nochevieja. Por suerte, Noemí le quitó las intenciones segundos antes de cantar, avisándole sin decírselo explícitamente lo que acarrearía la caricatura a Roy Orbison. Una putada para él, que tuvo que cambiar todo lo preparado en dos segundos, pero más putada era lo que tenía pensado hacerle él a la canción.

Los borrachos Nacho y Nahuel no se hicieron los borrachos. El propio Nacho ya avisó en la academia. En el pase de micros actuaría al borde del coma etílico, pero sabía que no podía hacer eso en la gala. No lo hizo y no le quedó mal. Peor suerte corrió su compañero, que regresó a sus vicios y quedó nominado.

Las yonkarras Nirah y Geno hicieron lo pactado en la academia, frivolizando a la casi apoteósica Gaga. La verdad es que ‘Bad romance’ era una putada para ambas. Esa clase de canciones tan interpretativas, tan famosas y tan características de personajes como Lady Gaga hace casi imposible versionarlo sin parecer un cantante de pueblo. Si a eso le sumamos los consejos suicidas de los profesores, tenemos lo que vimos. Nirah se salvó, posiblemente gracias a la gran actuación de la semana pasada, pero Geno no corrió la misma suerte y empezó a sufrir como sólo ella sabe.

El resto apenas lució en la gala 3. Alexandra estuvo floja para ‘Release me’ aunque pasó gracias a la mezquindad que destiló el resto de actuaciones. Moneiba, pese a esa gran voz, tampoco dijo gran cosa. Hay veces que un chorro de voz no lo consigue todo. Hay que saber trasmitirlo y ella no lo hace. Ramil y Josh cantaron una canción que apenas nos dijo algo. Mejor Josh que Ramil, que por cierto ya estaba nominado al empezar por tener las notas más bajas. Juan Delgado ni frío ni calor, Jefferson tampoco estuvo muy creíble con una coreografía que no supo defender como merecía. Le vi bastante torpe aunque se sabía los pasos (Y es que, quien no tiene gracia bailando, no la tiene) y Coraluna y Niccó tampoco mejoraron nada.

La justicia del jurado dejó a Ramil, Nahuel, Geno y Coraluna en la línea de tiro. Los profesores salvaron a un lloroso Nahuel y los compañeros a Coraluna. Imagino que Coraluna despertará grandes simpatías entre sus compañeros, pues es la segunda vez que la salvan cuando, curiosamente, es el rival más débil. A veces me pregunto si la salvan porque saben que es una candidata a ocupar el puesto de nominada fija, y que salvándola pueden quitarse a otro concursante que de verdad puede plantar cara a ésos que la votan. Algo así como ya hicieran en OT6 con Esther Arenas. Sólo por eso, pido que esta semana Coraluna cante con alguien que la salvó. Si luego la actuación les lleva que ambos queden nominados, que se lo hubieran pensado mejor antes de salvarla.

El duelo, por tanto, quedó entre Ramil y Geno. Y aunque Ramil tiene unas aptitudes interpretativas superiores, un tono de voz diferente, un estilo marcado, Geno se impuso. Y es que sus caras ya han hecho historia en este programa. En Twitter nadie entendía como #otlive no era hashtag del momento y sí lo era #sufrocomogeno, dónde los internautas comentaban las caras de Geno momentos antes de la actuación, durante, después, en la nominación, en el momento apoteósico de la expulsión. Ella se imponía, conocía las mieles de la audiencia, el saber que era salvada, que era querida por encima de alguien con una personalidad tan arrolladora como era la del propio Ramil. Geno sufría y con ella sufría todo el hashtag que había copado su nombre a lo más alto de Twitter. Surrealismo en estado puro, señores. Pero es lo que hubo.

La  última sorpresa nos la dio Nina readmitiendo a Ramil según salía de plató. Lo readmitía como alumno de la academia, no como concursante de OT. ¿Qué quiere decir esto? Que seguirá en la academia pero ¿No actuará en la gala? ¿No se preparará ninguna actuación? Incógnitas de OT. Mientras, la mayor de todas está en ese 12% de share que el programa tuvo ayer y con Telecinco sin pronunciarse al respecto. ¿Cambiarán el concurso de día de emisión de una vez? ¿Cerrará la academia (Y Geno volverá a sufrir)? ¿Estarán contentos con un share por debajo de la media de la cadena?

jueves, 3 de febrero de 2011

El hombre pluscuamperfecto



Esta semana tenemos tres nominados de peso en Gran hermano, tres personas que han aportado mucho a esta edición, tres protagonistas indiscutibles. El jueves, gane quien gane, en realidad la audiencia pierde. Pierde mientras en esa casa siga estando gente como Dámaso, que no pinta nada desde hace más de dos meses. Pero Dámaso y su trasparencia en el juego no es el tema debate de hoy. El tema está en quién debe irse, quien de los tres que están en peligro debe ser el expulsado. Y esta decisión en una de las semanas más difíciles, y posiblemente en la semana con más participación de votos (Al menos en las encuestas)

El duelo parece estar claro: Terry vs. Marcelo. Está vez, la eterna España dividida en dos ha obviado a Yago, que sabrá por una vez lo que es salvarse en una nominación. Y es curioso, porque parece que es algo que la misma casa de Gran hermano ya sabe. Las nominaciones en el templo maldito traerá como consecuencia a un expulsado, también maldito, y que éste saldrá de la ardua rivalidad surgida entre estos dos antiguos amigos y compañeros de grupo, hasta que Marcelo y Laura optaron por salirse para serles más cómodas las siguientes nominaciones.

El abandono de Marcelo y Laura del ya extinto grupo de los alegres es algo que Terry jamás entendió. Porque hubo un pasado en el que eran amigos íntimos, un grupo de parejas formada por los ‘totitos’, Jhota y ella que parecía que sería una unión casi eterna en el concurso. Incluso pudimos escuchar conversaciones entre los cuatro sobre qué pasaría cuando el círculo se cerrase; si Catha, Lydia, Dámaso o hasta Patricia en un orden de nominación para nominarlos y salvarse las dos parejas. Queda ya bastante lejos aquellos días, pero aún hay cosas por resolver de aquellos momentos, porque todavía no entendemos por qué la situación degeneró hasta la actual. Ahora Terry y Marcelo han pasado de grandes compañeros a ser enemigos íntimos. “Cruz y raya para toda la batalla” que diría Terry, y como consecuencia de esta situación repleta de piezas de un puzle que no tenemos para entenderlo, hemos sido testigos de disputas, discusiones, insultos, faltas de respeto… Todo un aliño perfecto para que ahora sean ellos y no un repescado quienes se jueguen los más de 100 días en Gran hermano en una sola noche.

Me consta que la propia Terry desconoce qué pasó entre ellos. La hemos escuchado en el confesionario muchas veces preguntándoselo a sí misma qué pasó, sobre todo tras las duras discusiones que tiene con el malaguita. Y es que esas piezas sólo las tiene el propio Marcelo, el impulsor para salirse de ‘los alegres’ para ser los nuevos ‘tristes’. Este movimiento, que arrastró a Laura consigo, fue provocado por el exhaustivo análisis de un Marcelo que ha visto Gran hermano, que seguramente habrá leído blogs, y que maneja con cierta soltura las teorías tantas veces narradas sobre qué hacer en el concurso. Él ya se ha dado cuenta que su relación con Laura gusta fuera. Por eso no la echamos a ella después de haber sido infiel a Samuel, por eso no le echamos a él semanas después. Sabe que la expectación de lo que sucede entre ellos es importante y que se han convertido en un argumento de GH12. Sabe que la audiencia los ha apoyado en diversos momentos, cuando eran mayoría y después cuando voluntariamente se inclinaron al lado de la minoría. Por eso, ahora se da el lujo de insultar y pisotear. Él es el príncipe de este cuento, y como tal confía en el apoyo de una audiencia que cada año se pirra más por las historias de amor, aunque éstas sean más falsas que los billetes del Monopoli. Por eso Marcelo no duda en alterarse contra Terry, decir que quiere escupirla, que es un chopo, una jibia, que es fea. Le da igual todo. Lo que él hace será legitimado por la legión de seguidores que se desviven por los idilios, por las idas y venidas que tiene con Laura.

Su estrategia de esta semana es clara. Marcelo está echando toda la carne en el asador. Para ello se ha reconciliado con Laura, se dan besitos y fornican por todos lados para dejar patente lo mucho que se quieren. Pero no sólo de besos vive la audiencia, y por eso esta semana la parejita ha intentado excluirse, ser los pobrecitos abandonados, la minoría que tanto nos pirra, sensación que se ve aumentada por la poca sutileza de la nueva alianza surgida entre Terry y Yago. El fallo que tiene Marcelo es que ya está bastante quemado y se siente poderoso frente al resto en un alarde de inexistente humildad por su parte. Por eso ya no mide sus palabras y le da igual que lo que diga sea o no correcto. Ha perdido la perspectiva, en parte porque la situación ya le supera. Sabe que su trayectoria en Gran hermano está ligada a la de Laura, chica que por otra parte le gusta físicamente pero para él, ella es inferior. Una chica de Parla, sin estudios, y con un carácter que él no puede dominar. Él se ve eclipsado por ella en muchos momentos, y por un lado desea perderla de vista. Sin embargo, su conocimiento en este juego le avisa que ya es demasiado tarde. Su equipo está con ella y si se separa definitivamente de Laura será visto como una deslealtad similar a la que en su día pudimos ver en Toscano con Tatiana. Esa sensación también contribuye a esa perpetua irascibilidad que manifiesta, a esa actitud amargada que impera en él incluso cuando está tumbado en el nicho con Laura. A decir verdad, diría que Marcelo sólo disfruta fornicando, porque es una manera de demostrar que es el macho alfa de la casa, el único de los tíos que moja.

Tal vez, por todo eso, diría que la carne que está echando está un poco pasada. Su única esperanza es que la participación en las votaciones de la audiencia sea baja para que las legiones de seguidores de la parejita puedan bastardear el sentir generalizado de la audiencia que pide la cabeza de Marcelo sin contemplaciones. Y es que se lo tiene muy merecido. No hubo alguien más faltón que él. Se cree invencible, el hombre pluscuamperfecto, piensa que todos los demás están por debajo de él, ha demostrado su inquina y un odio irracional, ha tenido comentarios dignos de un verdadero misógino.

Esto es algo que todos hemos visto, sólo que los fanáticos de la pareja o no lo quieren ver o le disculpan con excusas de poca contundencia. Como por ejemplo cuando achacan su ira a sus 20 años, y piden la expulsión de Terry. Pues bien, Terry tiene 21 ¿Por qué esa vara de medir tan extraña? Es más, Marcelo no es el más joven de la edición. Ese papel es el de Dámaso, que con 18 años ha demostrado tener más civismo que cualquiera de los demás. Otros seguidores de la pareja quieren salvarlo porque si no Laura podría perder el concurso. Y es que, quién tiene tirón es ella, no él. No obstante creo que se equivocan. La salida de Marcelo hará que los pocos votos que pudiera cosechar en la final vayan para la novia, haciendo que la distancia de ella con el segundo finalista sea mayor. Por tanto, su expulsión hará más fuerte a la de Parla, eso sin contar con el añadido de “viuda” que hará que gane más adeptos entre aquellos que no pueden evitar empatizar con las situaciones tristes.  Por último están los que le disculpan porque Terry es inaguantable. Pero Terry en realidad es tan inaguantable como lo es Laura y las situaciones de brote, muchas veces injustificado, parte de ese sentimiento de indignación por cómo ha degenerado la relación de amistad que tenían. Ella no entiende qué les pasó. Yo tampoco.

Marcelo, pese a ser quien, con diferencia, más merece una cura de humildad, puede salvarse y que al final sea Terry la expulsada, en parte porque puede que todos aquéllos que pedimos su expulsión no estemos votando. Estoy convencido que si todos los que queremos que se apee del concurso, votamos, ni la horda de orcos de Mordor podrán salvarlo. Pero eso ya depende de nosotros.