jueves, 18 de noviembre de 2010

Los refuerzos

Marta, una concursante cansada.



Si ha habido una edición dónde un suplente puede optar a ganar Gran hermano, como sucedió en GH9, sin lugar a dudas es ésta. Gran hermano 12 recibe hoy sus refuerzos, dos concursante que, según decían en Sálvame, son “normales”. Un calificativo curioso, más si tenemos en cuenta que para entrar en la famosa casa de Guadalix necesitas, por obligación, ser diferente, tener algo que llame suficientemente la atención como para que te elijan.

Supongo que el término “normal” que acuñaba ayer Kiko Hernández hacía una clara alusión a las quejas que hemos tenido tras ver a los 20 elegidos. Rostros semiconocidos y muchos sacados de una presunta cantera de MHYV que tan poco nos ha gustado. Por eso, las personas que hoy entran parece que no pertenecen a este perfil, si bien ya digo que no quiero que sean normales, personas grises que habiten en la casa como meros espectadores. No, los refuerzos de esta noche deben ser potentes. No hablo de hermosura, sino de carisma, de una personalidad atrayente. Algo que apenas vemos entre los concursantes que aún están en las casas.

Todas las esperanzas se centran en las dos personas que hoy entran. Presumiblemente un hombre y una mujer, para ocupar los puestos de Flor y Julio, reservas que tal vez hayan tenido que buscar más afondo, pues los esperábamos la semana pasada y sin embargo han tardado un poco más en llegar. Tal vez porque dentro de la cantera de reservas de este año, todos eran feroces y flores, lo que ha obligado a la dirección a iniciar un casting Express entre todo lo que desecharon al considerar que la audiencia no lo quería.

Mientras, las dos casas continúan con sus idas y venidas. Laura y Marcelo con ese romance venido a menos, Yago y Joaquín deshaciéndose del cuerpo de Catha como si entendieran que ya está eliminada, Marta amargándose por las esquinas, Patricia cantando sin parar y Chari y Rubén viviendo sus encuentros diarios de quince minutos que acaban hoy. Todos están ya a la espera, mirando con desconfianza a todo lo que les rodea, sabiendo a la perfección que el enemigo está en casa. Hoy tocará nominar tras la expulsión, si bien ya imaginan que además habrá alguna sorpresa, la entrada de aquellos que están dispuestos a arrebatarles el maletín que con tan poco esfuerzo pretender ganar. Y es que es algo que me llama mucho la atención. Muchos de los elegidos para este GH parecen estar cansados.

No paro de oír quejas por lo aburridos que están, deseos al aire de salir expulsados cuanto antes, lamentos incomprensibles por el ritmo del concurso y gente que no sale de sus camas o nichos. ¿Para eso querían entrar en Gran hermano? Y tan sólo llevan un mes, el año pasado estuvieron casi cinco encerrados y ya sólo a lo último se acusaba el cansancio, normal por otro lado. Éstos, sin embargo, ya vinieron cansados de sus casas, siendo muy pocos los que de verdad parecen disfrutar la experiencia. Patricia es una de ellas, una chica que bebe a sorbos, gota a gota, cada instante que está en la casa. Chari también parece disfrutar, aunque le disgusta estar rodeada de gente con tanta desgana, lo que le impide vivir una experiencia a la altura de GH, Lydia, Dámaso, Laura también parecen disfrutar… pero poco más. Los demás parecen que quieren apearse del juego cuanto antes.

Marcelo mismamente se quejaba ayer de esto, y rogaba por su pronta expulsión. Yago ya sabemos que ni siquiera se interesó por el casting, sino que la dirección fue a él. Terry creía que quería entrar, pero ahora se pasa el día enfadada, Rubén y Catha se limitan a orbitar como satélites inertes… y es una pena, pues de 62.000 personas digo yo que habría quienes quieren vivir la experiencia y no pasarla tumbados en la cama.

Achaco parte de la situación a lo increíblemente mal compenetrados que están en esta edición. Este año apenas saltó la chispa entre los concursantes, no hay empatía entre ellos. Son muy diferentes y no hacen por querer aprender de aquello que les podría dar el otro. Yago lo decía ayer: “Nos llevamos aquí fatal todos” aunque intenten lidiar con una convivencia como pueden. No vemos que se diviertan, apenas conversan, ni siquiera entran en el juego. Simplemente esperan a que la audiencia ejecute su sentencia. Y yo me pregunto ¿No sería mejor dejarlos marchar y que entren aquéllos que ansían por estar dentro?

Por eso mismo hoy cobran especial importancia los refuerzos, alguien que inyecte moral a todos o a unos cuantos. Necesitamos a gente que se comprometa, que logre conectar con sus compañeros, que nos arranque las carcajadas, que empiecen a existir lazos afectivos entre ellos. En definitiva, la verdadera vida en directo.

Para ello, nosotros como audiencia votante, tenemos otra especial misión. La dirección del programa debe enmendar sus errores iniciales de esta catastrófica selección, pero para poder resolverlo del todo necesita de nosotros, que saquemos del juego a los elementos que no aportan nada al concurso. ¿Para qué queremos a Catha en la casa? Esa chica apenas se la ve, salvo la discusión tonta y absurda que tuvo ayer con Yago. Es más, si no fuera por el gallego, ni siquiera la pondríamos cara, pues las veces que la vimos fueron porque el muchacho la hizo salir de algún modo. Catha es uno de los problemas de la edición. Una concursante inexistente… y es que, cada vez que la veo (en la rara ocasión que se la ve) no puedo evitar oír a Lydia en mi cabeza preguntando: “Pero ¿Qué haces con tu vida?”

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