jueves, 8 de marzo de 2012

Por un bizcocho


El bizcocho de la discordia.

Dos huevos, azúcar, levadura, cucharadas de café, agua… éstos han sido los ingredientes de la discordia que formaron un triste bizcocho que apenas subió y que cuatro personas se comieron, sin dejar que enfriase, a altas horas de la madrugada. Horas después, la indignación crecía en la casa. Reproches, acusaciones y mucho mal estar que nos dio una de las mejores jornadas de lo que llevamos de edición. Pero vayamos al inicio, donde se originó todo y que pudimos ver con bastante acierto en el resumen de ayer en La Siete (ése que a veces emiten a las 20:30 y otras veces a las 21:30).

Puede que los orígenes de la disputa de ayer se remonten a hace mucho tiempo, a esas madrugadas en las que Ari con Vero y Ochoa se comían la nocilla a cucharadas escondiendo el tarro con un trapo colocado entre los muslos de la Obusa, o cuando bromearon a lanzarse huevos a media noche o cuando nueve personas asaltaban la cocina para prepararse un plato de pasta mientras los “moralistas” dormían plácidamente. Los asaltos del Comando Gran Hermano, integrado cada vez por personas diferentes, han sido ya un clásico de esta edición por lo que es muy difícil valorar cuándo y cómo se originó todo. Lo más cercano a esas faltas de respeto por la comida, un bien que este año es de todos sin posibilidad de dividir y adjudicar propietarios, la tuvimos el día de los hechos después de comer.

Marta y María empezaron a quejarse porque alguien se había comido las sobras de arroz que habían dejado las muchachas en el frigorífico. Ese arroz correspondía a la ración que les había tocado a ellas y que finalmente no se comieron. Se lo dejaron en el frigorífico por si acaso les entraba hambre después, sin embargo cuando fueron a echar mano ya no estaba. Alguien se lo había comido. Las dos chicas, en compañía de Pepe y Sindi, lo van comentando entre risas e indignación. Lo dicen lo suficientemente alto para que todos las escuchen, pero no consiguen que nadie reconozca que se lo comió. Tan solo Hugo termina confesando que le había dado un par de bocados, si bien insiste que no se comió la totalidad del arroz. Mientras, Cristian, Juan, Michael, Noemí, Ari… no le dan más importancia. Que se lo hubieran comido cuando se les sirvió –pensarían–.


Decidiendo antes de ponerse manos a la obra.
Va cayendo la noche. El triunvirato formado por el cura, el madero y el machista son los primeros en acostarse, como siempre (ellos viven el día a tope, chupiguay y ¡Con mucha marcha!), después se van retirando los demás hasta que finalmente quedan los de siempre. Son esos concursantes que, según el triunvirato, siempre están durmiendo, que no aportan nada y que se pierden la convivencia en la casa. Casualmente, mientras ellos nos dan momentos impagables, es el triunvirato quién se lo pierde. A altas horas de la madrugada Sindi se queja del hambre que tiene, mira la despensa y dice que se haría un bizcocho con dos huevos. Los demás ríen, evidentemente conscientes de lo que puede significar, y tras vacilar un rato, Sindi acude a la despensa y se pone manos a la obra, con Marta y María de pinches y Pepe de espectador. Lo hacen entre bromas mientras Pepe les va poniendo sobre aviso en qué deben decir cuando, efectivamente, al día siguiente descubran la fechoría de un nuevo Comando GH.

Llega el día siguiente. Michael despierta y revisa la despensa. Se da cuenta que falta comida pero no es hasta que Noemí ata cabos, que adivina que se trataba de ingredientes para un bizcocho, cuando el policía entiende lo que ha pasado. Me choca mucho que, desde ese momento, el policía, azuzado por los otros dos miembros del triunvirato, entrara en semejante brote. Habló de maldad, de falta de respeto, de falta de educación… y repitió una y otra vez que él no es tonto, que él tiene controlada la comida y que había averiguado, como si fuera Grissom, lo que había sucedido con aquellos que se acuestan tarde. Eso si, siempre sin dar nombres. Contamina al resto y todos empiezan a instar a los culpables a reconocer el delito. Nadie lo reconoce, pese a que todos saben quiénes han sido. El tono va aumentando y bajando continuamente a lo largo de la jornada siguiente hasta que el madero decide poner las cartas sobre la mesa para que salga el culpable. Curiosamente, nadie acepta los argumentos que da Pepe cuando recuerda que nadie se interesó por el arroz que desapareció a Marta y María, sumado a todas las fechorías realizadas por los distintos Comandos durante otras madrugadas, y por ello pide olvidar todo, empezar de cero y ser todos más respetuosos con todos. No se acepta. El arroz es pasado, y la noche que jugaron a tirar huevos también, y lo que importa es el bizcocho. Finalmente Pepe confiesa haberlo hecho y habérselo comido. Michael se pone la medalla al policía del mes y se acaba el asunto.

Aquí afuera se ha visto todo esto de diferentes maneras. Algunos tachan a Pepe de cobarde por no reconocerlo en un primer lugar, a parte de culparlo de desconsiderado y egoísta. No obstante yo hago una lectura diferente. En primer lugar me choca la vara de medir con la que se miden las cosas en función de quién las haga. Michael dice que no va a consentir que se coma la comida del grupo, que él es el responsable de la cocina esta semana, pero sí permite que se coman el arroz de Marta y María. Me choca que vele tanto por las galletas que corresponden a Cristian y le dé igual cuando Marta avisa que puede que alguien más no haya comido… también me choca que diga que tiene un férreo control sobre la comida, cuando sabemos que Juan y Sindi están pasando comida a los de la caravana y nadie se ha enterado. A esto se le llama la Ley del embudo: lo ancho para los míos y lo estrecho para los demás.

No creo que Pepe fuera un cobarde por tardar en reconocerlo. No lo creo porque pienso que buscaba justamente lo que se encontró. Por eso prepara a Marta y María, mientras Sindi hace el bizcocho, para que actúen de cierta manera cuando los demás insten a confesar el delito. Pepe quería dejarlos a todos en brote durante un buen rato, que se desquiciaran y soltaran por la boca esa gran cantidad de contrariedades que soltaron, para finalmente lanzarles los argumentos que evidenciaban la falta de respeto que todos han tenido con todos, pero que solo importan cuando lo hacen ellos. Puede que Michael crea que ha sido el héroe de esta historia, quién restableció la ley y el orden. Pero se equivoca. Pepe le ha dejado completamente en evidencia ante el público, ha descubierto la careta que lleva este madero y lo ha hecho con tanto estilo que ni siquiera se ha dado cuenta. Puede que Michael no sea tonto. A lo mejor simplemente es gilipollas.

Hoy hay gala. Seguramente volveremos a ver el tema del bizcocho y todo lo que ha provocado. Además de la salida de María o Noemí, la entrada de ese friki feo que dice que no le gustan los frikis feos y la otra muchacha y la llegada de la brasileña de intercambio. Auguro con ésta última una semana de infarto. Michael se pondrá a mear en todas las esquinas de la casa para marcar territorio y Ari entrará en brote para potenciar el papel de víctima del amor no correspondido. ¡Ah! y también tenemos nominaciones, que con todo lo que ha pasado, ¡se me antojan emocionantes! Vamos que la gala de hoy estará cargada de temas.

Sobre la salida de hoy: yo es que no quiero que se marche María, tampoco Noemí. Preferiría ver fuera a quien ya no aporta nada en esa casa. Es decir, Juan. Habrá que seguir esperando.

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