martes, 7 de febrero de 2012

El juego sucio de Aris

Este está siendo un año curioso y fascinante. Nada que ver con los últimos años. Estamos ante una edición bastante organizada, preparada y hasta educada. No es que este año no discutan, sino que el volumen de la discusión no es el habitual al que estamos acostumbrados, algo que sirvió de insignia al programa gracias a Bea la Legionaria, Tatiana ó Laura Campos. En GH 12+1 se discute a media voz, muchas veces hasta respetando los turnos y teniendo que soportar las sonrisas del contrincante en una pelea verbal mucho más dura que de costumbre porque, el primero que falte al respeto, pierde. En las otras ediciones esta peculiaridad no se daba porque todos, absolutamente todos, entraban en el insulto barato dejando a la audiencia la potestad de valorar las formas de cada uno. Aquí no, aquí se razona, se expone y se lucha por hacer ver el error en los demás: robos de comida, grado de compromiso con la prueba, horarios de sueño y, evidentemente, educación al perro. Por tanto, la audiencia experta puede profundizar más en la discusión, en lo que se debate. Atrás quedó valorar el nivel del insulto o la bravuconería. Se analiza y se juzga el contenido: lo que de verdad importa.

Tal vez por eso nos chocó a unos cuantos ver el aviso de GH en Twitter que decía que Aris y Pepe casi habían llegado a las manos en una discusión por la educación al perro. Luego, tras visionar las imágenes, nos dimos cuenta que el anuncio había sido “exagerado” para atraer al público. La discusión tuvo lugar y los contenidos que nos dejaron fueron bastante suculentos. Pero de ahí a llegar a las manos quedaba un trecho importante.

Quiero centrarme en esta discusión porque creo que será el eje central de la próxima gala. Las nominaciones de la última hora han puesto en la picota justo a sus dos protagonistas, junto con Mary Joy, esa chica a la que acusamos de ser un mueble pero que lleva diez días dando más minutos que David y el Pater juntos. Por eso, antes de entrar en Pepe y Aris, quiero hacer un inciso en Mary Joy. Primero para detractarme de mis palabras que la acusaban de mueble de Guadalix, solo hay que ver los resúmenes de la Siete para darse cuenta que no es así. Y segundo para hacer un breve análisis de la actitud de la muchacha. Seguramente se habrá convertido en un blanco de los seguidores de Noemí, como lo es de la propia Noemí (La cual la nominó por haberse metido en la misma cama que el italiano). Mary es una joven dulce, sonriente –aunque a veces de expresión hostil– con las virtudes y defectos de una muchacha de 18 años. Es juguetona y pícara. Le gusta sentirse guapa y que los demás se lo digan. Le gusta el juego tonto de una adolescente, emparejar a la gente, toquetear… pero no veo maldad en ella. Tan solo a una niña de 18 años que hace su papel de niña de 18 años. Y puede darnos aún más a este Gran Hermano, siempre y cuando se lo permitamos y no la echemos del concurso.

Y ahora voy a la discusión sobre el can. Ya todos sabréis que Pepe –al cual no le gustan los animales (recordaréis que cuando entró en el confesionario para recibir a Aristides, ya le avisó cuando éste le ofreció coger al perro), dormía plácidamente en el sofá tras encontrarse un poco indispuesto del estómago. El perro, que como cualquier animal doméstico que se precie, caminaba por sus anchas por la casa, teniendo la mala fortuna de acercarse a Pepe para chupetearle la cara. Despierta a Pepe de golpe, y él, en un acto reflejo, lo aparta con el brazo de una manera poco amigable. Por televisión puede quedar fatal esa imagen, pero no dejaba de ser eso. No obstante, Aristides, mártir de los familiares de enfermos de cáncer, criador de perros (el que los vende, no el que los educa) y todo lo bueno y maravilloso del mundo aprovechó para hacerle una llamada de atención. En un juego bastante ruin y tramposo, Aris intentó vender a la cámara que Pepe había agredido al perro, proclamándose ahora también el defensor de los cachorros.

Me sorprendió gratamente Pepe, porque tuvo la habilidad de ver las intenciones de Aris. Entendió que estaba intentando hacerle la cama, venderlo como lo que no era y se plantó firme para desmentirlo. Como se suele decir: “tú difama, que algo queda”, pero Pepe no dejó que el asunto quedara de esa manera. Reconoció que no habían sido las formas, si bien otros concursantes han hecho cosas similares y/o peores. Ahora, si estuvieran educando bien al perro, no dejarían que fuera tras las personas que sienten miedo con este animal, y menos que les chupe. El miedo es algo muy difícil de entender y cotejar, porque a cada uno nos da miedo una serie de cosas diferentes, y siempre en una intensidad que varía de unos a otros.

Aris vendió la moto durante todo un día y al día siguiente quiso vender una moto distinta: la del hombre leal y puro que no quiere malos rollos. Por eso, cuando tuvo la primera oportunidad, le arrojó el guante a Pepe pidiendo olvidar, con siempre esa sonrisa de cinismo en la cara, lo acontecido el día anterior. Si Pepe hubiera rechazado fumarse la pipa de la paz, habría errado. Aris hubiera salido victorioso: "yo quise arreglar las cosas pero él se negó". No obstante, Pepe, descubrimiento allá donde los haya, no cayó en su nueva trampa y aceptó un borrón y cuenta nueva con parcas palabras. Luego llegó las nominaciones y Aris, que decía haber cerrado el encuentro, nominó a Pepe y lo nominó usando esas feas palabras que sugieren que Pepe es un maltratador de animales. Es decir, mintió en decir que el capítulo quedaba cerrado.

Aris ha demostrado que, además de tener 69.100 euros para gastar sin problemas, tiene muy mala leche, que sabe jugar, pero jugar sucio. Por eso yo invito a darle una dosis de humanidad a este tramposo y falso santo, dándole una ración de realismo. Digámosle el jueves que así no se puede ir por la vida: de mentiroso, maquillador de la realidad, de cínico… Como ha dicho Belén Rodríguez en Twitter (Y sin que sirva de precedente): el quería hacer una buena acción. Ya la hizo: debut y despedida. La salida la pagamos nosotros.

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