viernes, 11 de febrero de 2011

Paridad en unas nominaciones de infarto


 
Foto extraída en http://www.telecinco.es/

Nueva gala, nuevo expulsado, nuevos nominados, de los cuales esto último fue lo único de interés. Una gala algo previsible, soporífera en gran medida por su expulsado, un Rubén que volvía a repetir las caras de pelele que ya nadie se cree. Me da tanta pereza hablar de él, de la exnovia, la suegra y toda la parafernalia digna de un episodio de alguna serie de José Luis Moreno que sinceramente iré a lo único de interés: las nominaciones “sorpresa” que luego resultaron ser cómo siempre. En fórmulatv leí que Gran hermano propondría una nueva mecánica para desbaratar los planes nominatorios, pero al final fueron como siempre. Con los tradicionales 3, 2 y 1 punto y motivos, esos motivos que se podrían ahorrar, ya que pocos realmente dicen algo de interés. “Nomino a tal por menos afinidad” “Nomino a pascual porque no quiero tocar a los demás” las misma jerga edición tras edición, y llevamos doce aguantando con estoicismo los “motivos” de los concursantes a escasas semanas de la final. Y es extraño. A tres semanas de tener el nombre de la ganadora, todos deberían tener más motivos que nunca para cargar tintas contra los demás. Lástima de hipocresía y de quedabienes. Nadie se atreve a soltar los dardos envenenados que van recolectando a lo largo de toda la semana para soltarlo el jueves. Al final dicen “Le nomino porque es muy majo y me cae muy bien… pero es que no tengo más gente” ¡Mentira podrida!

Me parece muy significativo que los cuatro que se jueguen la expulsión sean Marcelo, Lydia, Dámaso y Laura. Los dos grupos de la casa al final se dividieron en tres, en tres de dos cada uno y ayer el único que triunfó fue la Unión Gallega. Un triunfo que podría ser doble, en el caso que Yago consiga esconder la cápsula del tiempo en algún lugar recóndito. Eso le convertiría en el primer finalista (Yo le propondría que lo esconda en el cuarto de limpieza. Ahí no pasa ni Dios).

Posiblemente, diga lo que se diga hoy en blogs, foros o programas de la tele ya poco se pueda influir en el público. Ya cada uno está convencido de lo suyo. Nos costó, pero al final los concursantes de Gran hermano lograron atravesar la pantalla y tocar a la audiencia. Los espectadores ya no estamos actuando como ese ente que imparte justicia divina ante los actos negativos que los concursantes puedan tener. Ya perdonamos todo a nuestro favorito y no pasamos ni una al resto y buscando en sus movimientos oscuras intenciones para perjudicar a ése que queremos que gane. Pero, pese a saber que ya casi todo está dicho, me gustaría recapitular un poco en esos cuatro que se juegan los más de cien días.

Empezaré por Dámaso. Es el más joven de la edición, y posiblemente el que mayores muestras de civismo ha demostrado, junto con Lydia. Entró diciendo que era una cosa que nadie creyó y poco a poco se fue despojando de sus prejuicios para mostrarse tal cual era. Vimos su trasformación de una manera lenta y rápida al mismo tiempo. Muchas veces dudando si lo que estaba haciendo era ‘venderlo’ a la audiencia, pues Dámaso sólo destacó por esto. Lo malo del muchacho es que jamás logró una conexión real con la audiencia. Su permanencia en la casa ha sido provocada porque los demás brillaron más que él, para bien y para mal, quedando siempre relegado en un segundo plano, a veces diría hasta tercero. Jamás se atrevió a reclamar su parcela de protagonismo, y eso posiblemente sea lo que termine pasándole factura. En cualquier caso, Dámaso siempre destacará por ser el más joven y el más educado con una gran diferencia del resto.

Laura es una de esas concursantes que tanto puede gustar y odiar fuera. Para mí, lo más significativo de ella es que ha sido una concursante suicida. Jamás midió lo que decía, no se detuvo a pensar en las consecuencias de sus actos y permitió que sus impulsos primaran por encima a cualquier pensamiento lógico. Dejó a su novio, ignoró la subida de tensión de su madre, maldijo a su familia cuando le hicieron el vacío en la gala de los familiares, se lió con Marcelo y fue variando las alianzas con el único propósito de permanecer con su totito. Esto provoca la ternura en gran parte de la audiencia, y sobre todo un tipo de envidia sana. Muchos de nosotros jamás hubiéramos podido actuar del mismo modo, tan inconsciente por un lado pero tan fiel a sí misma por el otro. El problema de Laura está justo también en lo mismo que podemos decir que es bueno. Es tan impulsiva que rara vez se detiene a pensar los daños colaterales. Ella arrolla por dónde va y después pregunta. Si lo que oye no le gusta, te manda a la mierda y se queda tan pancha, siendo incapaz de aprender de sus errores, de reconocer sus fallos. Ella es así y así hay que quererla. Todo lo que hace debe ser justificado por sus modos bruscos y porque a ella se la ve venir de lejos.

No tanto así sucede con Marcelo. A él no se le ve de lejos, ni mucho menos. A mí me llamó la atención desde el inicio del concurso tras una conversación que tuvo con Feroz. En aquella charla, Marcelo avisaba a Feroz de lo poco que gustan las vaciladas a la audiencia después de su repetida frase “Lydia no es nadie. ¿Quién le va a salvar?” (Primeras nominaciones). Marcelo entonces le avisó que podría ser castigado, y si no lo fue, fue gracias a Óscar. Durante gran parte del concurso, Marcelo permaneció en un segundo plano consciente que las primeras semanas hay que dejar que se quemen los más ineptos. Gran hermano es bastante largo para quemar las naves tan pronto. Pero a medida que se fueron marchando los conflictivos, Marcelo fue ganando terreno junto con Laura y pronto adivinó que él y ella eran uno de los argumentos fijos de cada gala. Tenía poder, y como tal había llegado el momento de obrar en consecuencia. Se separó de la mayoría y prosiguió el camino con la tranquilidad que da saber que era un nudo en GH, un nudo importante. Lo malo es que su careta se fue cayendo a medida que él se iba quemando en Gran hermano. Sus faltas de respeto hacia todos tal vez escondían más frustración de lo que muchos se imaginaban, y es que poco a poco también advirtió que la prota de la historia era su novia, y no él. Marcelo sólo era el secundario en aquella historia. Sin embargo ya era demasiado tarde para variar y tuvo que tirar adelante como pudo. Es decir, siendo aún mucho más irrespetuoso. Si la audiencia sólo valorase el comportamiento de los concursantes, éste hubiera salido hace tiempo.

Por último tenemos a Lydia, que como ya he dicho, ha sido junto con Dámaso la única que ha demostrado dotes de civismo, de educación y ante todo de saber convivir. Lo malo de Lydia está en lo mismo que el de su querido Dama. Ella no ha reclamado la atención, supongo que algo muy difícil en una casa con pesos tan pesados y ordinarios. Para muchos, Lydia sólo se ha dedicado a pasear sus trikinis, a bailar mirándose al espejo y a tocarse el pelo. Pero lo cierto es que, a medida que la casa se vaciaba, hubo menos sitios dónde esconderse. Lydia no ha podido evitarlo. Pese a la tremenda educación que tiene, se ha visto forzada a entrar en ciertas dinámicas de grupo, impuestas por la pareja conflictiva, los que son protagonistas y por tanto inmunes a cualquier opinión de la audiencia. Le han robado con descaro, ha sido foco de insultos gratuitos y de la mofa constante de Marcelo. Jamás entendí tanto odio por alguien como Lydia, que emana buen rollo y positivismo a raudales, pero en el lado bueno de este acoso y derribo es que vimos un ejemplo soberbio de cómo uno puede reivindicar su momento sin caer en lo soez, lo vulgar, lo cutre y poligonero. Toda una diva y un rayo de esperanza entre el panorama tan mezquino.

Dicho esto, ¿quién se debe ir? Para la Horda de orcos, la expulsada es Lydia (Que han visto en ella la luz que tal vez eclipse a la totita), para los antitotitos es Marcelo, por tanto obviamos a Laura y Dámaso. Estratégicamente, ya que me gustaría que el triunfo de Gran hermano no se lo llevase una Belén Esteban (Aunque en Casa Vasile es lo más lógico), tal vez habría que sacar a Dámaso y dejar que la pareja llegase a la final (Siempre y cuando sea de tres, que no sé por qué creo que será a cuatro como en GH9). Si los dos se cuelan a la final, todos los antitotitos no tendrán dudas a quién han de votar, porque sólo habrá una opción posible. No habrá división de votos que valga. Sería una final muy parecida a la de GH3, con Kiko y Patricia como tercer y segunda finalista, y dejando que un inesperado Javito se llevase el triunfo, o como en GH7, donde Raquel y Javi dejaban a Pepe el puesto de ganador (Aunque con GH7 fue algo distinto. Pepe fue mucho Pepe). Sin embargo reconozco que la presencia de Marcelo es bastante molesta. No podemos dejar que alguien así, tan irrespetuoso, tan misógino y tan mal educado se meta en la final. ¿Qué estamos diciendo al mundo aprobando esta conducta? No, lo de Marcelo debería ser para destronar a Nagore como la princesa del mal. Marcelo hace buenos a los más malos de este programa, y pensar que tiene cierta inmunidad por su novia, nos enferma a muchos. Hace que nazca en todos nosotros un sentimiento casi primitivo que nos aleja de la cordura, de la mente fría para trazar una estrategia que impida el mal mayor, que será la victoria de Laura. No, queremos sangre. La de Marcelo. GH Marcelo al 27211

5 comentarios:

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  3. LYDIA FUERRRRRRRRRAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!

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  4. Lamentablemente no voy a permitir comentarios tan faltos de contenido y tan llenos de poca educación. Me encanta que los portotitos entren en este blog, pero hubiera preferido que me hubiera explicado los motivos que les llevan a defenderlos en lugar de insultarme. A lo mejor me hubieran convencido. Pero no ha sido el caso. Algunos fans de la pareja son tan barriobajeros como los concursantes que defienden.

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  5. se tiene ke ir marcelo lidia no puede salir,marcelo trata mal a las personas y eso ke es malagueño como yo..

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