martes, 21 de diciembre de 2010

De ganar a perder



Llevo varios días sin poder entrar por aquí. Cosas de la Navidad, las comidas, los compromisos y las miles de vueltas que ya me estoy dando para encontrar el regalo perfecto. Está difícil la cosa, la verdad. Y aunque me ha quitado tiempo para poder poner el blog al día, he podido continuar viendo el programa con la misma frecuencia. He leído al Gato, a Balzac, los blogs amigos, minutado… y he seguido los resúmenes y el debate. Vamos, que la cobertura sigue siendo la misma pese a los días de infierno que nos toca vivir.

Pero empezaré dónde me quedé la última vez, momentos antes de la expulsión de Rubén, el nuevo patrón de los mártires, santificado ahora que ya está fuera de la casa. Los comentarios acerca de los motivos de su expulsión han estado tronando estos días en mi cabeza. Muchos creen que el 60% que le votó lo hizo para que dejara de hacer el tonto, para que viera los vídeos de su Chari jugando con feroces de poca monta y azafatos ávidos de popularidad. Sin embargo, seguidor acérrimo de este programa, yo no veo que su expulsión fuera un acto de buena voluntad de la audiencia. Ni tan siquiera por el morbo que produjera su cara desencajándose ante unos vídeos más sacados de “Confianza Ciega” que de GH (¿Os acordáis de ese programa? Lo emitió hace años en la cadena triste dónde tres parejas se separaban para vivir en una casa llena de tíos y tías despampanantes. Entonces sabían que habría montajes de sus parejas fornicando en las casas playboys, que a lo mejor quién salía en el vídeo no era su pareja. Tenían que tener “confianza ciega”) Yo soy de los que piensan que Rubén se fue porque mecería irse.

La historia de Rubén en Gran hermano es una extraña historia. Una de ésas donde todo lo que la gente opinó de él estaba condicionado por Chari. De principio a fin. Es más, sin Chari, Rubén no tenía cabida en este Gran hermano. Empezó como flamante favorito gracias a su novia, quién desde la casa de al lado tonteaba con otros y aseguraba que lo suyo estaba más que muerto. Todo esto en un gran contraste de lo que veíamos en la casa vecina, dónde Rubén lloraba por las esquinas esperando a su Dulcinea, lleno de promesas de amor, matrimonio e hijos. Su favoritismo radicaba ahí, en ser la víctima en esta historia de amor retransmitida por televisión sin las piezas reales para que entendiéramos quién era cada uno en la pareja. Si todo se hubiera mantenido así, habríamos visto cómo Rubén ganaba adeptos conmovidos por lo que Chari le hacía, y al final podría haber ganado pero ¿Ganaría por méritos propios o porque Chari le pasaría el balón con tal perfección para que marcase gol? Su triunfo hubiera estado provocado más por las actitudes de Chari que por las suyas propias, quién hasta la unificación simplemente era como juguete de un niño que llora, come y hace caca.

La redistribución de las casas provocada por Pepa fue como si estuvieran jugando al “Allá tú”. Hasta la fecha era Rubén quién tenía la caja de los 300.000 euros, pero al juntarse con Chari la cambió por una con un simple calcetín o algún artículo de estos raros que ofrecían en el juego de las cajas. Y fue ya tras la unificación cuando el Rubén bueno y mártir cambió a otro mucho más reventado. Y nuevamente fue Chari quién hizo que esto fuera posible. De ganador a perdedor. Sin embargo, ¿Qué hubiera sido de Rubén si hubiera entrado sin pareja? Seguramente seguiría dentro del concurso, como todavía hoy está Dámaso, está Catha, está Lydia…

A Rubén no le echamos para que viera los vídeos. Le echamos porque como concursante con personalidad propia dejaba mucho que desear. Sus impactos en la audiencia estaban profundamente marcados a lo que hacía Chari. Si Chari le puteaba, él era bueno, si Chari se aliaba a él, era malo. Un pelele a todas luces, sin luz propia (Que diría mi odiado Iván Madrazo) sino con mala sombra. La de Chari, para ser más exactos.

Ahora tenemos nuevos nominados y por primera vez se la juegan Yago y Chari. Con ellos les acompañan un extraño Anup del cual pocos se acuerdan para apearlo del concurso, por que según dicen las encuestas la expulsión es cosa de éstos que se estrenan en la nominación. Cualquier voto a Anup parece una pérdida de tiempo –incomprensiblemente- y ya en esta dualidad propia de España, de nuestras dos Españas siempre dividida, parece que o Yago o Chari.

Yo me decantaría por la expulsión de Chari al considerar que su juego en Gran hermano ha llegado a su fin. Poco más podemos estirar los comportamientos de la choni-Chari (Que por cierto, a mí personalmente no me pareció tan grave lo que hizo durante los cuatro días, si no las confidencias que tuvo después. Y no olvidemos que ella jamás fue infiel en el sentido de consumar sexualmente). Chari estaba ahí como la gran titiritera de Rubén, pero sin él y sin feroces y azafatos, ella pinta poco, la verdad. Tampoco hay nadie en la casa con quién pueda tontear para que su novio rabie desde fuera, por lo que ¿Qué más nos puede ofrecer? Yago aún es un elemento desestabilizador importante, con luces y sombras de curioso análisis. Para mí no hay duda que estamos ante el verdadero malo de esta edición. Es frío, calculador, tiene cierto toque de cinismo… y sé que ya es odiado por muchos. Por eso, aunque las encuestas de masiva votación dicen que se irá Chari, creo que él tiene muchas papeletas. Más de lo que él se cree. Pero ¿Qué hubiera pasado si hubieran matado a Dark Vader en la primera película? Las historias necesitan de sus malos para que el final merezca ser recordado y Yago aún tiene mucho que dar a este juego.

Yo no quiero que gane, pero me divierte verlo. Ver cómo atrae a todo el mundo, como los hechiza. Como el mismo gato apunta en su escrito de hoy –algo que ya mencioné yo hace unas semanas- Yago tiene algo. Lo que Marta llama ángel, y que no quepa la menor duda. Es una gran manipulador por encanto, no por inteligencia, y eso desde fuera condena a muchos. Lo sé.

Respecto a los demás, ya he dicho que Rubén cambió la caja de 300.000 euros tras la unificación. Ahora la caja ganadora vaga por la casa seguramente bajo el brazo de alguno aunque aún no sepamos muy quién de quién. ¿Jhota? ¿Terry? Tal vez, pero estos dos chicos son concursantes suicidas y puede que pronto se inmolen con el premio cual Indira con su vaso de agua. Sus formas ganan fuerza y agresividad por momentos y al final puede derivar en una expulsión –de la audiencia o disciplinaria, quién sabe. Éstos no miden cuando se aceleran-. Otro que parece ganar papeletas es Marcelo, que tiene el privilegio de ese viaje que ya hizo el último ganador, ése cuyo nombre ya no recuerdo (De GH11 sólo me acuerdo de Indhira y del chico ése con el que mantenía relaciones). Y luego tenemos a Laura, que inexplicablemente ha conseguido salvarse de críticas que sí se están haciendo a Chari, cuando lo de ella es de libro (Ayer alucinaba viendo cómo se quejaba por lo que pudiera hacer 'el orejas' en su cama ¿Y ella qué, que lo hace ante toda la audiencia?) Aunque bueno, todavía pueden pasar cosas extrañas de aquí al final que derriben a cualquier nuevo favorito. Lo mismo hasta gana Lydia. Entonces nos diremos “Pero ¿Qué hemos hecho con Gran hermano?”  

1 comentario:

  1. Hola, ya e echaba de menos.

    si, si, necesitamos a los malos hasta casi la fina, que no hubo una final más aburrida que la del año pasado.

    Una de dos o son superdivertidos con gamberradas mil, y risas todo el día como tu odiado Ivan Madrazo, Orlando y Chiqui, o terminamos cont elaraññas en la cabeza de puro aburrimiento.

    Yo quiero dentro a yago y Terry, y sobre todo Laura.

    ¡Hombre que la cama de una es la cama de una! jejejeje.

    laura es una suicida emocional y por eso me gusta.

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