lunes, 18 de abril de 2011

La malvada mayoría


¡Oh, pobrecitos que nadie los quiere!


David y Natalia están consiguiendo ser una de las parejas que más están dando que hablar en este reencuentro, y que más clamor están consiguiendo en Internet pese a ser unos concursantes que salieron de un ya olvidado concurso como fue “La casa de tu vida”. La popularidad de ambos personajes ya estaba extinta, y en un principio parecía imposible que pudieran competir contra pesos pesados como Yola Berrocal, Iván Madrazo, Sofía Cristo, Marta López o Lara Esteban, concursantes que estaban en el ojo del huracán televisivo momentos antes de entrar en el reality. David y Natalia, como pasaba con Vanesa y Verónica, ya estaban fuera del círculo mediático, sus cuentas pendientes tampoco cobraban gran importancia y su presencia en el juego se parecía más a la de un anónimo en supervivientes que compite contra famosos, que el propio al de un antiguo concursante de un reality de la cadena. Vanesa y Verónica salieron del juego enseguida, al carecer de un apoyo de la audiencia, pero David y Natalia han conseguido aquello que parecía imposible para ellos: un grupo de personas que los votan consiguiendo la inmunidad.

Semana a semana esta casi anónima pareja ha conseguido imponerse a caras populares, haciendo que hoy se perfilen como unos perfectos finalistas o ganadores del concurso gracias a una serie de estrategias puestas en marcha por cada elemento de la pareja, posiblemente sin ponerse de acuerdo en algún plan conjunto, pero que de carambola están consiguiendo ser protagonistas indiscutibles. Cada uno tiene sus formas y sus maneras de jugar, él siendo más limpio y honesto que ella, pero en conjunto se antoja algo casi perfecto.

Si hubiera un manual de cómo ganar un concurso de telerealidad, la primera norma sería: conviértete en víctima. Tenemos una larga lista de ganadores de realities que ganaron sólo por ser el centro de todas las críticas. Es más, en la propia casa tenemos a ganadores que cumplieron esa máxima (Yola en ‘Hotel Glam’ e Iván Madrazo en ‘GH10’). Pues bien esta máxima está siendo perfectamente ejecutada por David y Natalia, cada uno a su manera, de forma independiente, pero que puestas en conjunto está resultando muy efectiva, pues el mensaje que se atraviesa tras la pantalla es que existe una malvada mayoría que atenta contra ellos porque los ven favoritos, una percepción que retroalimenta a la audiencia que ve en los grupos grandes un peligro, exaltando siempre por defecto a la minoría sin plantearse cuánta razón ésta pudiera tener. Si además a las víctimas de este reencuentro sumamos su morboso pasado, tenemos la combinación perfecta para que al menos lleguen a la final, perdonando cuantas maldades pudieran hacer.

David ha demostrado ser un déspota en muchas ocasiones y un niño consentido en otras tantas. Sin embargo, sus continuos mensajes de amor a su esposa le dan esa aura de martirio, de hombre solitario que conmueve los corazones que desean tener a alguien que suspire por ellos como él lo hace por Vanesa. Una soledad provocada por la propia casa, pues fue la malvada mayoría quién apeó a su esposa del juego al considerar la unión de las dos parejas de la Casa de tu vida como una amenaza de cara a futuras rondas de expulsión. Se ha ganado varias enemistades y sus modos directos de plantear cualquier conflicto han hecho que no sea visto como falso, lo que hace que el villano sea visto en realidad como un héroe. Un David, nunca mejor dicho, luchando contra Goliat. Y es que a la audiencia le pirra estas historias, es muy fan de los 300 espartanos.

A la estrategia ‘limpia’ de David hay que añadir la de Natalia, una concursante con patente de corso por algo que pasa en su vida actual y que no sabemos muy bien qué es, pero que su amiga Verónica se ha encargado de soltar con sutileza para que la imaginación de todos nosotros vuele en busca de una compasión que luego puede ser ficticia. Pero esto da igual. Natalia ha sabido enemistarse con toda la casa para parecer la caperucita de este cuento.

Natalia es desesperante. No ayuda en nada de la casa, apelando a ese “mal” que no sabemos qué es, no coopera con las pruebas, es una tirana con la mayoría de sus compañeros, no sabe transigir y provoca gratuitamente hasta conseguir sacar de las casillas hasta al más pintado. Lo intentó primero con Iván y Loli, a quienes gritó con una falta de educación que ni siquiera Lara ha rebasado, chillando como una loca e insultándolos con los puños cerrados como una cría pequeña (Ese momento de “Gilipollas —A Iván—, y tú: gilipollas —volviéndose a Loli—”). Luego ha continuado con su tiranía con el resto de compañeros, imponiendo su criterio cuando éste no se ajustaba al de los demás, obligando al resto a tener que amoldarse a lo que le place a la señora.

La gota que colma el vaso lo hemos visto estos días con el inicio de la prueba dedicada a Operación Triunfo, dónde Natalia se quejaba por el sorteo del reparto de temas. Su queja era que Chiqui había hecho trampas, llegando a decir que la prueba se daba por perdida, así, por sus huevos. Por imposición amenazó a la mayoría con comer pan y agua la semana siguiente porque ella no estaba dispuesta a trabajar, dando la prueba por no superada. Así pues, procedieron a un nuevo reparto de temas pero sin conseguir que Natalia quedase plenamente satisfecha. Para ella el mal ya estaba hecho, y por tanto su crispación debía impregnar a todos los demás. Natalia comenzaba así unas nuevas jornadas dónde fue tensando la cuerda hasta que finalmente provocó una reacción en Chiqui que se saldó con su expulsión. La stripper la zarandeó en medio de la discusión dónde Natalia no dejaba de provocarla gratuitamente por el mero hecho de que las cosas no habían salido como ella quería, y eso que consiguió un segundo reparto de temas simplemente por satisfacerla.

Chiqui salió de la casa por no saber controlarse. Chiqui erró. Jamás debió empujarla, como ella misma reconoció reiteradas veces durante el debate sin que algún contertulio pareciera enterarse. Sin embargo, lo peor de todo ha sido ver cómo Natalia salía inmune a la situación, sin ningún tipo de represalia que castigase su provocación gratuita. Es más, fue la misma Natalia quien fue pidiendo la expulsión como hace un año hiciera Amor contra la Legionaria, luciendo su brazo enrojecido seguramente de las veces que ella misma emuló la supuesta agresión, pues no dejaba de agarrarse con la otra mano (Así a todos se nos pone ‘colorao’)

Sin embargo, la jugada ha salido perfecta para esta bruja. Chiqui está fuera y ahora la posición de Natalia en la casa es mucho más complicada, pues evidentemente sus compañeros no le han dado la razón. Todos han visto cómo Natalia era quien provocaba, todos entendieron que cualquiera de ellos podría haber sido Chiqui en ese instante, por lo que al final Natalia se queda más sola, únicamente apoyada por David, y esa sensación de víctima la eleva a la máxima potencia, haciendo de esta insustancial pareja una de las favoritas. Y es que la audiencia no se para a pensar en qué  han hecho para ganarse ese aislamiento, no analiza si son merecedores del rechazo que provocan. Hay una mayoría de la audiencia que está formada de grupos minoritarios, que se sienten identificados con estas situaciones, que hacen suyas los rechazos televisados sin analizar que, en algunas ocasiones (como en ésta), esos rechazos están más que justificados, pues los protagonistas se los han ganado a pulso.

David y sobre todo Natalia no han hecho por integrarse, posiblemente conscientes que el papel de los 300 espartanos conmueve a la audiencia, más ahora que han visto que Lara no es tan favorita como pudimos pensar al principio. Ahora ya se ven como más favoritos, saben que los próximos días tendrán el rechazo de sus compañeros, que serán el centro de todas las críticas y ellos serán alzados a lo más alto, porque es la historia que más nos gusta, en una nula capacidad de análisis.

Ojalá me equivoque, que la mayoría de la gente que pudiera apoyarlos, haya visto lo mismo que yo y que pierdan el apoyo de la audiencia. Por que lo que ellos hacen no es jugar limpio, no es saber convivir, no es trabajar en equipo. No están disfrutando y se están amargando a los demás, convirtiéndose así en los dos tiranos de este reencuentro, en los dictadores que imponen su criterio y amedrentan a la mayoría, que teme que fuera veamos cualquier abuso de poder. Por eso, para mí, después de lo de Chiqui, David y Natalia merecen estar fuera este mismo jueves. A Chiqui la castigó la organización, ahora nos toca a nosotros no dejar inmune a Natalia.

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