Está siendo un GH atípico en muchas cosas: sin chonis, con un grupo más normal de lo habitual, con cambios en la mecánica importantes, la entrada de concursantes de fuera y hasta un manejo de la información del exterior mucho más alegre que en otras ocasiones. La segunda gala fue un gran reflejo de esto mismo; con tres aspirantes jugando a Pekin express por ver quién llegaba antes para convertirse en concursante de pleno derecho, con unas nominaciones en diferido y que fueron servidas como un picadillo y una expulsión expres que se saldó con la salida de Zulema.
No
había que ser un lumbreras para darse cuenta que sería la de Barcelona la que
saldrían del juego. Su personalidad, claramente marcada y muy diferencia, su
valentía al exhibirse emocionalmente alejándose de lo tópicos de la primera
semana y su incontinencia a la hora de explicar una filosofía de vida, que
particularmente creo que debería estar reñido con las operaciones de estética,
sirvió para que una clara mayoría suficiente la apeara del juego. Nueve años
presentándose al casting para finalmente durar siete días. A ella no le pareció
importar mucho, o al menos eso fue lo que intentó hacernos creer.
La
salida de Zule es una de esas salidas que se ven, que se presienten pese a que
todos sabemos el error tan grande que hacemos al sacar a una persona como ella.
Zule posiblemente hubiera estado destinada a dar grandes momentos al juego, ser
un elemento claramente desestabilizador tan necesario en la mayoría de las
ediciones para evitar caer en el aburrimiento. Lo mismo puede cumplir su papel,
si el último «+1» de la edición es la famosa y esperada repesca. Tal vez
entonces Zule pueda dar el juego que la audiencia le ha privado por una simple
cuestión de piel. Zule no podía caer bien y su salida era evidente si no se
salvaba de las nominaciones.
En
Internet muchos pedíamos la salida de Mari Joy, por ser la concursante que
posiblemente menos aporte a la edición. Tal vez estamos equivocados –ojalá- y
dentro de poco descubramos en la benjamina del grupo un torrente de emociones
capaz de poner patas arriba a toda la casa. Aunque este espectador lo duda, y
teme que la audiencia, más juez que otra cosa, haya perdido la oportunidad de
expulsar al mueble de la edición.
No es
justo, por otro lado, achacar a Mari Joy el único papel de mobiliario. Puede
que la chica esté siendo un jarrón, pero no es la única que se ha quedado
detrás de la barrera dejando que los pesos pesados se quemen en primera
instancia (estrategia buena dónde las halla). Michael tampoco es que esté
destacando. Si ella es el jarrón, él es la estantería de la edición. Tampoco
está reclamando su parcela de protagonismo… y a menos que una futura «+1» le dé
candela como en GH10 Nany hizo con Orlando, me parece que tampoco veremos al
muchacho reclamar la atención que le corresponde. De ser así, el paso del policía
será similar al de Cathaysa, como muchos apuntan con Mari Joy.
La
nueva estructura planeada por el concurso seguramente no agradará a los
puristas, como tampoco agradaría a los vanguardistas si todo continuara como siempre.
Al final nunca llueve a gusto de todos y siempre habrá críticas. Yo reconozco
que cuando empecé a imaginar la nueva mecánica, algo me chirriaba, pero según
se fue exponiendo a lo largo de la noche, empecé a ver las virtudes. Un acierto
la entrevista a dos en la sala insonorizada, aunque el momento cumbre de decir
el nombre del expulsado pareció perder fuerza. También volvimos a tener una entrevista, ya
solo a Zulema, mucho más elaborada. GH12 perdió parte de esa esencia que se ha
recuperado en esta nueva edición (Y eso
que solo era la primera expulsada). Sí que es cierto que se perdió gracia el
hecho de que no acabase la noche con unos nominados, sin la posibilidad de ver
la evolución de éstos durante toda una
semana y con una capacidad de reacción de las plataformas completamente mermada,
si bien es cierto que esto último también ha sido criticado. La escasa media hora larga que tuvimos para
votar dificulta a los fans de cada concursante unificar el criterio sobre a
quién deben expulsar para salvar a su protegido.
Pero
como bien digo, esto último es relativo. Mismamente el menda agradece en parte
esta posibilidad, para evitar la
imposición de una minoría organizada.
Zulema
perdió contra el aspirante a bombero que se marea en una carretera de curvas
(vaya bombero, dicho sea de paso). David es tan detestado como Zule. Es un tío
cargante que intenta aparentar que todo lo hace bien, que no tiene mal fondo,
que es noble… luego no duda en criticar a sus compañeros, en cerrarse con Juan
y excluirse del grupo y en ser el primero que pone pegas a todo. No es un
concursante que me agrade, aunque también hubiera lamentado su salida tan
pronto. David aún tiene que darnos muchos momentos y tiene que hacernos sentir
muchas cosas: todas malas, por supuesto, pero sentimiento al fin y al cabo.
Echarle tan pronto hubiera perdido la emoción que tendremos dentro de unas
semanas o un mes, cuando entonces le echemos ya con ganas, hartos de sus
soliloquios de gran samaritano en comunión con el cura. Y coincido con lo que
se dice por ahí. No creo que éste sea un lacayo de Juan. Los dos están al mismo
nivel, solo que David es más torpe y es más evidente en él.
En resumen,
la gala tuvo un gran ritmo que se agradeció. Nominaciones ingeniosas en la sala
inclinada, expulsión, entrevista… todos los ingredientes que hacen que estuviéramos
pegados en la pantalla. Si bien es cierto que el pegamento empezó a perder a
medida que transcurría la noche. No habría nominaciones, no habría una reacción
final de los concursante que ya habían vivido las emociones de la noche… tan
solo era la entrevista a la persona que había
estado en la casa una sola semana, y eso tal vez fue lo que hizo perder un poco
a una gala cargada de contenidos.
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